Good to you

Se golpeó mentalmente al oírla, para acabar acercándose y tomándola de la muñeca en un intento de evitar que se fuera.

Fuds: Lo siento, no quise decir eso... -sonrió de medio lado, sin saber exactamente qué decir-. Sólo me tomó por sorpresa el que dijeras algo así... no tienes que ser tan borde conmigo, ¿sabes?

-

Yure: No sé si realmente tomar eso a bien o a mal

Dejó salir una risa leve, sin soltar a Taiv. Dal le había enseñado que a veces un abrazo, una risa, valían más que cualquier otra cosa en el mundo. Y no le hacía mal ser un poco "blando" para variar.

Chasqueó la lengua, sin retirar su mano, pero sin girar a observarlo. En situaciones normales no le molestaría, le habían dicho cosas peores y se había reído con ellos de su propia falta de feminidad. Pero aquí se sentía fuera de lugar, era simplemente una persona más, que pasaba desapercibida a los ojos del resto, y no estaba acostumbrada a ello. Como tampoco estaba acostumbrada a a veces despertar y ver atisbos de la chica del día saliendo por la puerta de entrada. ¿Qué le ocurría?
Sacudió la cabeza unos segundos, dejando ir esos pensamientos, al fin volteando a verlo, sonriendole.

Xirh: Lo siento Fuds. Me encantaría ir hoy contigo.

-

Sonrió. Era algo bueno, al menos para ella. Sino, habría terminado justo como su maestro.

Taiv: Te llamas Yure, ¿verdad? Dal te dijo así.

la cuidaban y no había preguntado ni su nombre. Quería golpearse por ser maleducada.

Sonrió, soltándola, para luego sacudirle el cabello al pasar a su lado.

Fuds: Te espero, vístete

[Pasan un par de horas]

Se había sentado en el suelo, en la entrada de la casa, esperando a Xir. No tenía más que un pantalón de jean desgastado y una remera común, después de todo no era más que una fiesta de piratas. Hacía tiempo que no hacía nada con Xir. Se había enfrascado en su suerte, en el nuevo barrio, en conseguir trabajo. Se sentía algo culpable.

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Yure: Puedes decirme "maldito demonio" también. Es lo que suelen repetir sin cesar en el pueblo.

En ese momento sintió pasos y miró hacia la puerta, para ver a Dal, que sonreía.

Dal: Si hubiera sabido que se llevarían tan bien, me hubiese ido antes

Había quitado toda su ropa y arrojado sobre la cama, también la ropa de su madre y había despotricado contra ella. Era una fiesta sencilla, no debería preocuparse tanto. Pero estaba decidida a mostrarles a todos que podía verse bien, que no era un macho como todos ellos.
Al final, había decidido por un pantalón negro algo ajustado y una remera que mostraba levemente el abdomen y cubría un solo hombro. Sabía que se veía diferente, pero no le disgustaba. Nunca antes había tenido la oportunidad de "vestirse bien". Por último trenzó su cabello y lo dejó caer, suspirando. Adios a la Xirh pirata.
Salió del cuarto, y luego de la casa, encontrando a Fuds sentado, esquivando su rostro.

Xirh: ¿Vamos?

-

Iba a contestar pero calló al notar llegar a Dal. ¿Se estaba excediendo acaso? Apoyó la barbilla en sus rodillas, esbozando una pequeña sonrisa. A pesar de todo, no estaba completamente sola.

Taiv: Gracias Dal... y, no voy a llamarte maldito demonio. Las personas podrán vivir en su ignorancia, pero yo no.

Se quedó desconcertado al verla. Era la primera vez que la notaba tan femenina, y no le disgustaba - al contrario.
Se mantuvo en silencio todo el camino, intentando pensar en otras cosas, pero era imposible. A cada segundo volvía la mirada a Xir, intentando descrubrir las leves diferencias entre la muchacha de ahora y la que conocía. Era sólo ropa, era estúpido, pero sentía que la realidad le golpeaba al rostro. Y lo confirmó al llegar a la fiesta y que gran parte de las miradas, sin diferenciar en género, se dirigieran a ella. Quizás había sido una mala idea, quizás...
Se giró para decirle que fueran a beber algo o comer algo o lo que fuera, cuando vio llegar a un muchacho alto, que no quitaba los ojos de Xir.

PibeRandom: Oye, ¿quieres beber algo conmigo?

-

Dal: Taiv, sé que es muy pronto... pero me gustaría que consideres el vivir aquí, con nosotros.

Yure sólo asintió y la abrazó un poco mas contra sí, en un gesto protector.

Dal: Éste sería tu cuarto, y no tendríamos problemas en que te quedes. No puedo dejar que te quedes sola...

¿Por qué la observaba tanto? ¿Acaso le sentaba mal la ropa? Ocultó sus preocupaciones, con la mirada en alto. Sí, se sentía insegura, quizás su ego estaba alto dolido y el estar en tierra traía otra faceta suya. Pero no iba a agachar la cabeza por ellos, ni dejar que sus preocupaciones la derribaran. Era la primera vez en unas semanas que salían ellos, y pensaba disfrutarlo.
Hasta que se le acercó un muchacho, que la invitaba a salir. La idea de ir, de observar la cara de Fuds al irse con el extraño le atraía, pero sabía que solo era una idea infantil.
Se abrazó al brazo de Fuds, sonriendole al extraño delicadamente.

Xirh: Lo lamento, estoy acompañada.

-

Se dejó abrazar, se dejó contener por aquellas personas que solo la conocían hace un par de horas, tratandola mejor que todo el resto del pueblo. Ella era diferente... quizas por eso se sentía tan agusto allí.

Taiv: Yo... no quiero molestar, ya han hecho mucho por mí.

Pero no quería quedarse sola. Ni de chiste.

Se le infló el pecho en orgullo cuando vio que rechazaba al muchacho y se abrazaba a él. No sabía bien por qué, pero adoraba esa sensación.
Se inclinó levemente para estar a su altura, mirandola a los ojos unos segundos.

Fuds: ¿Qué quieres hacer? ¿Comer, beber, bailar, nada? -dejó salir una risita que le arrugó la nariz- Apurate antes de que vengan a buscarte de nuevo o vengan a buscarme a mí

-

Yure: Lo que menos harías es molestar, pero creo que sería bueno que lo hables con Len, Dal.

La susodicha retorció sus manos, para asentir levemente. Sin decir nada, salió del cuarto. Yure no hizo más que suspirar.

Yure: Las cosas están raras entre ellos, sabes. Quizás debas acostumbrarte un poco a eso.

-

Se dirigió hacia la puerta del cuarto de Len, y se mantuvo inmóvil allí. Antes aquel lugar era prácticamente donde pasaba las 24 horas. Suspiró, sabiendo que no podía ser una cobarde toda su vida, y extendió su mano para golpear y posteriormente abrir la puerta.

Dal: Len, necesito hablar contigo... ¿puedo pasar?

Xirh: Siendo que es la primera vez que soy invitada a una fiesta... No estaría mal bailar.

Se mordió el labio inferior levemente, sorniendo. ¿Qué haría si lo buscaban a él y se iba con alguna chica? Lo tomó de la mano, llevandolo hasta dónde la gente bailaba. No era la primera vez que lo hacía, pero sí era la primera vez dónde sentía que importaba no hacer el ridículo.

Xirh: Al menos concedeme esta pieza antes de irte a buscar a tu nueva compañia.

-

Taiv: ¿Raro? ¿Acaso se llevan mal?

Se acurrucó contra él, siendo reconfortada por sus brazos. Se sentía quizás demasiado pequeña, demasiado necesitada. Pero por esa noche, se dejaria llevar por ese lado suyo.

Taiv: Dime si te molesto o incomodo.

Spoiler:

Casi sin perder el tiempo, se había puesto a bailar con ella. Tomándola de la mano, haciéndola girar, saltar, riendo sin parar. Nunca habían tenido un momento así entre ellos, y la verdad era que no lograba comprender por qué. Era divertido, era relajante, era especial.
La abrazó contra él, jadeando en su oído, entre risas.

Fuds: No habrá otra compañía más que tu esta noche

-

Yure: No es molesto -se acomodó un poco más, para no acalambrarse-. Antes estaban juntos... pero no funcionó. O por lo menos, no en este momento.

Cerró los ojos unos segundos, apoyando la cabeza contra la pared. Había cambiado tanto todo desde el principio hasta ahora. Él nunca había ganado a Dal, pero eso no evitaba que sintiera cierta empatía con Len en esa situación.

-

Entró al cuarto con cuidado al no oír negativa. Tanteó el poco amoblado con las manos, para finalmente recostarse en la cama presuntamente vacía. Suspiró, cerrando los ojos.

La risa salía por sus labios sin cesar, se sentía sin aliento con cada giro. No tenía ojos para nadie más que Fuds en ese momento, se sentía... jovén, alegre y feliz.
Se abrazó contra él, un ligero rubor en sus mejillas al oírlo. Enterró el rostro en su cuello, sin importar el sudor que los cubría a ambos por saltar de aquí para allá al ritmo de la música.

Xirh: Me haces feliz Fuduka.

-

Taiv: ¿Te gusta ella, verdad?

No podía ocultarlo, y menos de ella. Era increible lo que una persona podía lograr en otras, los cambios que experimentaban.

Taiv: Es una chica realmente especial.

-

Salió del baño con el cuerpo y la ropa algo mojados. Se había limpiado las leves heridas que tenía para evitar molestias mayores. Entró en su cuarto, deteniendose unos instantes al ver allí a Dal, para finalmente entrar y sentarse a su lado.

Len: ¿Dal? ¿Está todo bien?

Se sonrojó un poco al escucharla, pero decidió no demostrarlo. El olor al sudor de ambos le hacía picar la nariz, y aunque el ritmo de la música seguía siendo movido, él se limitaba a mecerse de un lado a otro con Xir en sus brazos.
Era realmente extraño, porque le agradaba esa sensación. Era algo que, aún si se acostaba con la más linda muchacha de la ciudad, no lograría obtener. Pasó la punta de su nariz en una caricia por parte del cuello de ella.

-

Yure: Soy demasiado obvio quizás, ¿no?

Dejó salir una risita amarga. Aún esperaba fervientemente el poder olvidarse de Dal, el poder enamorarse de alguien más, el poder avanzar y no mantenerse estancado en un sentimiento que no le daba nada.

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Se sentó inmediatamente al sentir entrar a Len, pero se mantuvo en silencio. Podía sentir el olor al agua, y no pudo evitar el llevar una mano a su rostro, acariciándolo.

Dal: Tenía que preguntarte algo, y sé que sonaré idiota, pero me he olvidado qué

Sintió su piel estremecerse bajo el roce, un estremecimiento que no sentía con los piratas o los hombres de la zona. Con el resto solo jugaba, pero Fuds realmente le importaba. Volvió a morder su labio, sentía miedo, miedo de lo que ocurría dentro de ella y de como reaccionar ante ello. Si hacia algo que le disgustara, jamás volvería a ser lo mismo entre ellos.
Cerró los ojos, inhalando el aroma de Fuds, dejando que su ropa también lo adquiera. ¿Qué debía hacer?

-

Taiv: Para alguien que ve sentimientos, sí.

Le sonrió, vacilando levemente pero terminando por acariciar su cabello. En diferentes formas, ambos sabían de perdidas, aunque se preguntaba por qué no iría tras ella ahora que podía.

Taiv: Lo lamento. Puede no ser mucho viniendo de alguien que recién conoces, pero lo lamento.

-

Cerró sus ojos, dejandose acariciar. Llevó su mano hacia la de Dal, reteniendola contra su rostro, disfrutando la calma que ella siempre podía brindarle.

Len: No importa, ya recordarás. ¿Cómo sigue tu amiga?

Sin entender mucho por qué, la fiesta ya no le interesaba. Ni la comida, ni la bebida, ni la música. No le importaba nadie más que la chica entre sus brazos. Y el pensamiento recurrente del muchacho que la había invitado apenas llegar. ¿Qué sucedía si ella se iba? ¿Por qué le había dado tanta rabia? Quería decirle tantas cosas, explicar tantas otras y preguntar sin cesar un millón más. Pero había una sola cosa que logró salir de sus labios en ese momento.

Fuds: ¿Quieres ir a casa?

-

Se dejó acariciar, sonriendo levemente. Valía tanto o más que el hecho de que se lo dijera alguien que conocía hacía tiempo. Suspiró nuevamente, girando el rostro hacia Taiv.

Yure: ¿Piensas quedarte?

-

Sonrió al sentir la mano de él sobre la suya. Recordó viejas épocas, sintiendo una leve punzada en el pecho. Había destruido todo, sin siquiera pensarlo.

Dal: Ella está mejor, Yure la está cuidando

Dudó unos segundos, pero finalmente se acercó a él y se sentó sobre sus piernas, como hacía antes, para apoyar la cabeza en su pecho.

Dal: Destruí todo, ¿no es cierto?

Asintió contra su cuerpo, rompiendo el abrazo. El sonrojo era quizás demasiado notorio pero no le importaba. Llevó su mano hacia la muñeca de Fuds, para tomarlo de allí, pero terminó por deslizar sus dedos hasta los de él, entrelazandolos.
Evitó mirarlo a los ojos, no podía soportar su mirada, su sonrisa, ni su nariz arrugada.

-

Taiv: No tengo dónde ir. Y no puedo cuidarme sola.

Se sentía culpable. Estaba invadiendo su casa, aunque sea por invitación y no se sentía cómoda con ello. Quizás podría hacer algo para ayudarlos, comprar cosas, cocinar, limpiar...

Taiv: Pero si me quedo no voy a ser una inutil. Voy a ayudarlos en lo que pueda. Lo prometo.

-

Len sonrió. La abrazó contra él, acariciandole el cabello. Jamás entendería que más que destruir, había creado una familia.

Len: Dal, tu me salvaste. A mi, a Yure, a Rizz y ahora a esta chica. Nos tocaste a todos y nos sacaste del agujero negro en el que estabamos.

Le besó la frente, bucando darle seguridad. Lo único que quería era su felicidad.

Len: Nosotros te metimos en un mundo en el que jamás deberías haber entrado, te hemos puesto en peligro tanto tiempo... no creo poder perdonarme nunca por eso.

Suspiró. La había dejado ciega, su infelicidad era, en parte, culpa de él.

Len: Siempre voy a amarte, pero entiendo que debo dejarte ir, quiero que encuentres la verdadera felicidad. Y si me dejas al menos ser tu amigo, estaré más que satisfecho.

Dejó que le guiara libremente sin decir ni una palabra. Quizás no estaban haciendo lo correcto. Era probable que todo se transformara de la noche a la mañana en nada, pero no podía evitarlo. Quería ésto.
Al llegar a la casa, apenas entrar, azotó la puerta tras de él y la tomó en brazos haciendo que entrelazara las piernas en su espalda. No se dió el lujo de esperar y comenzó a besar su cuello, ahora accesible gracias a que se había atado el cabello.

-

Yure: No serías molestia, realmente. Creo que el hecho de que Dal pueda sentirse identificada y unida con alguien es más ayuda de lo que sea que nosotros podamos hacer.

Dejó salir una risita seca.

-

Escuchó con cuidado cada una de las palabras, sintiendo su pecho arder y doler al mismo tiempo. Sentía ganas de llorar, y al mismo tiempo no. Había cambiado tanto todo que ya no comprendía por momentos el por qué.
Elevó el rostro, dudando, para finalmente acercarse y besarle la comisura del labio.

Quizás la reacción de Fuds la había tomado por sorpresa, pero su cuerpo tomó control antes que su mente pudiese detenerse a analizar que estaba pasando. Lo quería. A él. Después de ver a esas mujeres entrar y salir...
Afirmó el agarre de sus piernas y sus manos comenzaron a jalarle el cabello, al mismo tiempo que lo retenía allí. Sus besos eran como pequeñas descargas electricas.

-

Taiv: No lo veo así. Ustedes le han dado un mundo nuevo, la han protegido de todo... son buenos amigos. Y ella a ustedes a cambio los tranquiliza. Puedo ver como se calma la atmosfera a su alrededor.

-

Su sonrisa se ensanchó, apoyando su frente contra la de ella. Diablos, quería recorrer esos labios otra vez con los suyos. Su corazón tenía su nombre grabado, pero...

Len: Sería tan fácil besarte ahora. Pero luego te sentirías culpable por él -aquel hombre lobo que había sido suficientemente suertudo para acompañarla. Le besó la mejilla- pero si en algún momento te arrepientes, sabes que estaré aquí.

Se detuvo unos segundos, jadeando de forma ronca. Realmente quería que eso pasara, y sería capaz hasta de desgarrar la ropa que Xir llevaba puesta, pero ella no era una de las chicas que acostumbraban entrar y salir de la casa.
Se calmó un poco y besó sus labios, primero con un simple roce y luego profundizando.

Fuds: Si quieres que me detenga... solo dilo...

-

Yure: ¿Estás segura que no has estado espiándonos de hace tiempo?

Era extraño como alguien nuevo podía comprender tan rápido el funcionamiento de la casa, y de cada uno de los integrantes. Pero al mismo tiempo era agradable. Eso significaba que nada era tan complejo como en realidad pensaban.

-

Dal: Lo sé... pero no debes hacerlo. Deberías buscar ser feliz, no esperarme...

Aunque realmente la alegraba y le hacía saltar el corazón del pecho, no podía cortar su libertad. Si Len se quitaba las oportunidades de enamorarse de alguien más, ella no haría más que sentirse culpable.
Suspiró, apoyando la frente en su hombro unos segundos, para luego bajarse.

Dal: Taiv vivirá con nosotros... espero no te moleste

Y sin decir más, salió del cuarto y, pasando por delante de la puerta de la nueva integrante de la casa, salió de regreso al bosque.

Dejó escapar un jadeo entre sus labios al sentir el beso, gruñendo levemente al ver que se separaba. Por toda respuesta llevó sus manos hasta la remera de Fuds, deshaciendose de esta y luego de la suya propia.
Una mano lo tomó de la nuca para volver a besarlo, dejando que todas sus ansias se muestren en ese beso. La otra, comenzó a acariciar su pecho, a tocar cada cicatriz que lo hacian más hermoso.

-

Negó con la cabeza. ¿Cómo explicarlo?

Taiv: Es fácil de ver, cuando te acercaste al claro eras una bola negra temible, pero al estar abrazado a ella, era como si su luz entrase en ti.

Se sonrojó. Sonaría ridicula, estaba segura. Todo el mundo la tomaba de loca cuando intentaba explicar lo que veía.

-

Len: Para nada.

Le sonrió, la observó irse y en lugar de preocuparse por su bienestar, se arrojó en la cama. Se sentía feliz. Sí, la había perdido, y había un vacío dentro de él, pero... Dal lo quería, a su modo, y ese querer le daba felicidad.

Dejó salir una leve risotada, para besarla con tanto deseo como le era posible.
Cada toque en su pecho, la forma en que delineaba las cicatrices, le llenaba de un éxtasis que por primera vez en su vida experimentaba. Un tanto taciturno, hizo lo mismo en el cuello de ella, rozando las cicatrices para comenzar a bajar hasta su pecho, pellizcando despacio uno de sus pezones.

-

Yure: Debe ser genial poder ver como tú...

Realmente lo pensaba. Podrías saber inmediatamente quien era bueno, quien era malo. Y en su caso particular, incluso ver quién había cambiado.

Yure: Te envidio...

-

Se alejó tanto de la casa como le fue posible, hasta llegar al claro que tanto amaba. Se sentó entre las flores, aspirando su aroma tranquilamente. Su cabeza era un embrollo de pensamientos que no lograba deshilvanar.

Usualmente se retorcía y se alejaba cuando alguien intentaba tocar sus cicatrices, pero cuando él lo hizo, solo sentía como su excitación iba en aumento.
Sus pezones se erectaron ante el contacto, y ella se inclinó mordiendo su cuello con poca delicadeza. Necesitaba más de él, mucho más. Su tacto, sus besos, era la primera vez que sentía tanto deseo hacia alguien, tanta locura contenida.

-

Taiv: Es un poco molesto. A veces me gustaría no saber qué está sintiendo la persona.

La verdad dolía, poder ver emociones, poder ver los engaños. Era triste de momentos, si bien odiaba las mentiras, a veces prefería no ser lastimada.

-

Un lobo entró en el claro, olisqueando el aroma, y aullando levemente al reconocerlo. Minutos después, Meds entró con una sonrisa, y su usual vestimenta de solo shorts. No la había visto en algún tiempo, pero seguia tan hermosa como siempre.

Meds: Señorita Dal~

Gruñó ante la mordida, sintiendose más erecto que antes, lo cual no demoró en demostrarle a Xir. Una parte de su cerebro le decía que estaba yendo demasiado rápido, que las cosas no deberían ser así, que debería calmarse. Pero no podía.

Fuds: ¿Tu cuarto o el mío?

Aunque en realidad ni le interesaba, podía ser incluso en plena calle y él aceptaría inmediatamente.

-

Eso era un punto negativo que no había pensado, pero realmente no parecía tan malo como ella lo hacía ver.
La curiosidad le corroía y pensó en preguntarle directamente, en lugar de esperar.

Yure: ¿Cómo supiste que veías... así?

-

Se sonrojó al oír la voz de Meds, aunque estaba segura de que los aullidos provenían solo de él. Hacía tanto no sabía de él, y su pulso comenzó a martillarle en los oídos, nerviosa. Bajó el rostro, cubriéndolo con su cabello levemente. La última vez que se habían visto, ella había huído luego de besarle.

Dal: Señor Meds, es un gusto oírlo nuevamente

Una pequeña sonrisa se posó en sus labios. Se soltó de Fuds, tomandolo de la mano y empujandolo hacia el cuarto de él. Había querido entrar demasiadas veces, era una especie de logro cumplido. Era su turno con Fuds. Se aseguraría de que, terminase todo como temrminase, no se olvidara de ella.
Entró luego que él, haciendolo caer de espaldas a la cama, y sentandose a horcajadas, besandolo nuevamente.

Xirh: Es mi turno de decir "detenme si quieres"

Aunque dudaba que ella pudiese hacerlo realmente. Mordió nuevamente su cuello, sus hombros y comenzó a besar su pecho. Tan hermoso. Acariciaba cada centímetro de piel con sus manos hasta llegar a su pantalón, clavando la mirada en el unos segundos.

-

Se quedó callada unos momentos, recordando. De niña se chocaba con todo, asumieron que era completamente ciega, pero al crecer, pudo ir diferenciando levemente las siluetas de la personas.

Taiv: Fue raro. Cuando mis padres me entregaron ya podía ver sus auras, el enojo, la decepció, la tristeza, tenían una silueta algo coloridas. Cuando mi maestro me empezó a instruir, me explicó que el mundo era diferente a como lo percibía. Una vez ante mi insistencia, dibujo un arbol con piedras para que pudiese tocar como se vería realmente. Luego le pedí que me leyera sobre auras, y así comprendí que mi ceguera era parcial. Con algo de entrenamiento, puedo ver hasta objetos inanimados, todos tienen algo del alma de la persona que los creó.

Le sonrió levemente, sintiendo felicidad. Nadie la había preguntado eso antes.

-

Se acercó a ella, procurando pisar algunas hojas secas para advertirle que se aproximaba. Era usual en él moverse sin hacer ruido, ahora se obligaba a hacerlo. Le acercó una mano al cabello, tomando un mechón y colocandolo detrás de su oreja.

Meds: ¿Qué le aflige tanto señorita?

Jadeó con fuerza al escucharla y sentir todo su peso sobre él. Si no la estuviese viendo, le sería imposible creer que esa era la misma Xir de hoy a la mañana. Cerró los ojos casi inmediatamente de sentir los besos de ella bajando hacia su pecho, dejando salir un gemido ronco. No quería que ella se detuviese. Ésto era completamente nuevo e inusual, y quería que continuara tanto como le fuera posible.

-

Yure: Tu maestro era una persona sabia. Y de muy buen corazón, pocos hubiesen adoptado a una niña ciega.

Eso era lo que le daba asco del mundo humano. Todo necesitaba ser útil, si no lo era como se esperaba, se desechaba. Incluso con los hijos.
Miró sus propias manos, volviendo al problema que tantas veces le acogió: ¿qué sería de él si no fuese demonio? Si hubiese nacido humano.

-

Dal: No lo sé...

Dejó caer el rostro sobre su mano, clavando su vacía mirada blanquecina en donde pensaba que estaba Meds. No pudo evitar sonrojarse un poco. Había pasado mucho tiempo, quizás demasiado.

Dal: Te fuiste... ¿estabas enojado conmigo?

Disfrutaba de los jadeos de Fuds, eran una música que no quería dejar de oír. Se deshizo del pantalón que traía rápidamente, mordiendose el labio al ver su erección. ¿Era posible que esté tan deseosa? Lo acarició sobre la tela de la ropa interior, alzandose lo suficiente para volver a besarlo.
Con su mano libre, atrapó la de él, llevandola hasta su pecho.

-

Taiv: Todavía no entiendo por qué lo hizo. Nunca me dió una respuesta... ahora jamás la tendré.

Su voz se volvió un murmullo hacia lo último, casi como una exclamación para ella. negó la cabeza lentamente, era el pasado. Doloroso, pero pasado.

Taiv: Al menos los tengo a ustedes. La gente del pueblo me hubiese rechazado.

-

Esos ojos. Siempre le habían parecido tan hermosos, pero nunca era capaz de sostenerle la mirada. ¿El? ¿Enojado?

Meds: No. Yo... creí que te había asustado. Pensé que no querrías volver a verme luego de...

Se ruborizó. Todavía podía sentir el dulce calor de sus labios, la suavidad de ellos.

Podía sentir su erección palpitar, ansiosa. No había pasado eso con las chicas anteriores, y le encantaba. Le mataba por dentro, sólo para revivirlo y volver a matarlo.
Dejó que guiara su mano para acariciar su pecho con cuidado, en movimientos circulares, llevando su dedo pulgar al pezón luego. Le miró con los ojos nublados de deseo. Era la primera vez que se dejaba hacer de tal forma con alguien.

-

Yure: No lo creo. Quizás no todos te hubiesen aceptado, pero no hubieras encontrado solo rechazo...

O eso es lo que quería creer. Día a día luchaba contra el prejuicio que sentía hacia los aldeanos. Dal le había explicado que pagar con la misma moneda no lograba conseguir cambios.

Yure: De todos modos, pese a todo, me alegra que te sientas a gusto con nosotros... seguramente te divertirás

-

Dal: Fue todo demasiado repentino, es todo...

Bajó la mirada, ruborizada. Suspiró, dejándose caer sobre él, cerrando los ojos.

Dal: Pensé que no volvería a verte...