Under cover of darkness ~

Sintió sus ojos humedecidos, a punto de llorar. ¡Ella lo estaba matando! Se aferró al estómago, sabiendo lo que tenía que hacer y también el peligro al que se expondría.
Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro a medida que anulaba su parte humana... y dejaba salir a esa mitad que siempre tenía adormecida.
Su pelo se volvió completamente blanco, sus ojos negros como el carbón y su consciencia estaba al filo de desaparecer. Gruñó, sufriendo los efectos de la energía purificadora en el ambiente pero absorviendola rápidamente.
Su lado humano purificaba... su lado demoníaco causaba desastres. Yure recobraría las fuerzas pero... ¿A qué precio? Su estado le daba poder a todo ser demoníaco... incluido los malvados.

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Dejó escapar un pequeño gemido, llevando la mano de su rostro hasta sus cabellos, enredando sus dedos en los mechones. ¿Cómo era posible que le hiciera perder el control? Usualmente ella estaba atenta, manejando lo que sucedía, pero ahora simplemente dejaba el mando a Ruettu, disfrutando de sentir su mirada, su tacto.
Se estaba entregando a él... quisiera o no darse cuenta.

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Lo miró fijamente unos momentos, dandose la vuelta y caminando tranquilamente hacia su cuarto. Kui la seguiría, estaba segura, por eso no dijo una sola palabra, aún cuando sus sospechas fueron confirmadas.
Abrio la puerta, odiandose por haber dejado el cuarto encerrado tanto tiempo. Todavía conservaba parte del aroma de Eek, y dolía como un puñal. Pero era su único rastro.
Sus manos temblaron, su rostro se mantuvo tranquilo. Si él quería desaparecer, ella no lo evitaría. No iría a buscar a alguien que la quería lejos.

Xer: Bueno... supongo que mi cuarto vuelve a ser el de antes

De sentir que moriría en cualquier segundo, pudo sentir aire entrar nuevamente a sus pulmones. Pero la tranquilidad fue precedida del caos. Sintió una electricidad recorriéndole el cuerpo, provocando que gritara con fuerzas. Sus ojos tornandose rojizos de a poco, su voz era inaudible más allá de gruñidos y gritos.
Se puso de pie, cegado. No era Yure, o no el que conocían todos. Un aura horrenda se emanaba de sí. Olfateó el aire, detectando un aroma que lo hizo relamerse. Comenzó a caminar... en dirección a su casa.

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Quizás hacía esto seguido, con muchos hombres, y por eso era tan experta. Pero decidió no seguir ese hilo, que le había provocado hervir la sangre en poco tiempo.
Sin detener las caricias, se acercó a su cuello, donde dió un leve beso. Casto, casi inocente.

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Pudo verla temblar, era demasiado obvio. Ella no quería eso, pese a que el razonamiento de Eek fuera completamente entendible. Fingir que una persona no había existido en su vida, no era su fuerte. No lo había podido hacer cuando sus padres murieron... no lo haría ahora con la persona a la que aún amaba.
Caminó hacia ella, tomando su mano. No le diría que llorara, porque sabía que ella no quería oír eso. Tomó aire, suspirando luego. Sabía que no debía, pero...

Kui: Hay trabajo. Te lo encomendaron a tí, exclusivamente. Dije que no sabía si aceptarías, pero dijeron que insistiera. ¿Quieres... saber los detalles?

Comenzó a reir, liberada. Tanto tiempo encerrada, tanto tiempo encadenada a esa maldita muñequita de porcelana. Era libre. Libre para hacer al fin lo que quería. Y lo primero que hizo fue seguir a Yure. Le atraía esa aura... pero también la movía sus instintos. ¿Acaso creía que podía jugar con ella? ¿Besarla, dejarla, volverla a besar para luego enamorarse de esa... humana?
Se despojó de su horrenda túnica, sin importarle quedar en ropa interior. No tenía los pudores de los humanos.
Siguió caminando detrás de él, callada, Riz estaba atrapada en esa energía oscura que no quería irse.

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Cerró los ojos, estirando su cuello. Un cosquilleo agradable hizo que su piel se estremeciese, haciendola sonreir. Era hermoso, no lograba sentirse así con nadie más.
Soltó sus piernas de su cintura, quedando ahora parada todavía contra la pared. Le dio un beso dulce en los labios, observándolo fijamente luego, con una sonrisa completamente tierna.

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Se permitió dejar que una lágrima escapse su control y rodase por su mejilla. ¿Cómo podía desaparecer así? ¿Acaso su relación no había significado nada para él?
Estaba negada a comprender la lógica de su accionar, sus emociones nublaban su juicio... pero la Xer de antaño, antes de enroscarse en esta montaña rusa de las emociones jamás rechazaba un trabajo.
Apretó con fuerzas la mano de su hermano y logro acomodar una sonrisa en su rostro.

Xer: Por supuesto

Rompía todo a su camino, sin importarle nada. Esa esencia, ese aroma; comida. Carne humana. Gruñó para acabar rugiendo. Sus alas se abrieron con furia, cuernos empezaron a formarse en su frente, mientras que sus garras se hicieron enormes.
Se detuvo al oír pasos detrás de él, para volver a gruñir al ver a otro demonio. Era su comida, nadie se la quitaría. Mostró sus colmillos, violento.

(N/A: Si, Yure bien demonio es medio animal)

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Dejó que se bajara y aceptó el beso con completa naturalidad. Sentía que Conn se dejaba hacer, a diferencia de la vez anterior. Volvió a besar su cuello, luego su hombro. Comenzó a bajar sus besos, sin tocar ninguna zona privada, para terminar de rodillas frente a ella, besando su abdomen lentamente.

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Exhaló con fuerza. Verla llorar no era lo que realmente deseaba, y tampoco lo que haría, pero... ella tenía que enfrentarlo y dejar de huir. Tenía que ser fuerte.

Kui: No... dieron foto ni nombre del objetivo. Dijeron que todas las tardes se sienta solo en una roca, en el límite a la entrada de Maraqua. Nada de armas de fuego, Xer. Sólo puedes llevar un cuchillo. Luego nos dirán la recompensa.

Había mentido. Pero era tan bueno actuando, además del actual estado de su hermana, que no lo notaría. Sonrió, soltando su mano, dispuesto a salir del cuarto.

Soltó una carcajada. ¿Intentaba intimidarla? Ella le daba el poder... y podía quitarselo. Le arrebató parte de la energía, concentrándola en sí, su mente apenas podía soportarlo, pero la necesidad de demostrar quién mandaba allí era más importante.
Su voz, a pesar de su apariencia e intenciones era completamente sedosa, suave y seductora.

Riz: Yo te doy tu poder demonio, deberías agradecerlo

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Nadie se había comportado así con ella. Quizás por eso se sentía tan atraída a él. Nunca nadie había provocado la necesidad de dejar ir el control, de poder confiar en la otra persona.
Volvió a enredar sus dedos en sus cabellos, cerrando los ojos completamente, apoyándose contra la pared y dejando que los besos la volviesen loca.

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Xer: Gracias

Le dedicó lo que era la primer sonrisa sincera en semanas. Se cambió de ropa por algo que fuese cómodo, ocultase las armas, pero la hiciera ver atractiva. Con tan pocos detalles, no podía arriesgarse a tomar por sentado nada. ¿Y si tenía que flirtear con el objetivo? El pensamiento la hizo estremecerse.
Tomó la daga de un cajón y salió de la casa. Necesitaba despejar su mente.

Gruñó nuevamente, avanzando hacia ella. Su razonamiento no existía; no entendía palabras. El instinto era lo único que prevalecía en su persona.
La tomó del cuello, gruñendo.

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No quería preguntarle personalmente, pero quería averigüar si su decisión por dejar de lado la ropa interior seguía en pie. Mordió levemente su abdómen, acariciando su cadera con delicadeza, pero acercándola hacia él tanto como era posible.

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(N/A: Dejo pasar un turno hasta que llegue al lugar)

(/ *^*)/

Lo golpeó en el rostro, respondiendo a su gruñido. ¡Ella le daba su fuerza! Concentró la energía de su ser en ese golpe, liberándose de su agarre, mostrandole los dientes.
No dejaría que ese demonio la humillase. Ya no más.

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Sin pensarlo tiró de sus cabellos, su cuerpo sacudiendose por un leve espasmo que le produjo sus labios contra su piel, tan sensible, tan deseosa de más.
Abrió sus ojos, observándo el lugar en el que estaban. No había nadie pero...

Conn: Ruettu... no aquí.

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No tardó en llegar. Ni tampoco los recuerdos que tuvo que silenciar. Había adoptado un papel, un personaje que manejaba a la perfección, sus pisadas sin ruido, su respiración acompasada. Se acercó por detrás, quedando oculta y escuchándo quién era su objetivo.

El golpe fue como chocar contra una pared a gran velocidad. Cayó en el suelo, gruñendo de dolor. Quiso levantarse, pero el dolor le hizo quedarse donde estaba; una de sus alas atravesadas por un tronco.
Comenzó a arañar el suelo, queriendo alejarse, queriendo salir de lo que obviamente era una batalla perdida.

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Ruettu: No pasa nadie por aquí

Siempre había alguien por allí haciendo el amor, por lo que todos evitaban pasar por el sitio conscientemente. Se había preguntado mucho tiempo porqué elegían ese de tantos lugares y ahora lo entendía; la adrenalina de ser descubierto lo excitaba más.
Desprendió y quitó el short de Conn, aprovechando que su largo sweater no daría evidencia de la falta de ropa. Tomó la pierna derecha de ella, obligándola a colocarla sobre su hombro, para luego sonreir ante la falta de ropa interior. No, algunas cosas no cambiaban. Se inclinó, comenzando a lamer.

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Caminó tranquilamente, para sentarse en la piedra donde Cani le había contado que había conocido a Toxa. Sonrió levemente. Todos seguían con su vida. Cani, Nyelo, Karh, Connan... y él, estaba estancado.
Suspiró, cerrando los ojos. Sabía que alguien saltaría sobre él a matarlo, era cuestión de segundos. Sonrió levemente.

Resopló, complacida. Era intocable, Riz estaba perdida. No había forma de que ella cediese ese control.
Se agachó, acercandose a Yure, liberando su ala. Dejarlo incapacitado tampoco servía su propósito. Esperaba que entendiese que atacarla solo traería más dolor.

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Reprimió un gemido al morderse la mano, arqueando su cuerpo de tal manera que lo acercaba más a Ruettu.
Su mente voló y solo quedo la sensación que le recorría ahora, que la hacía temblar y rogar por más. La tenía donde quería, incapaz de reaccionar, de hacer nada más que disfrutar de la lengua de él contra una zona tan sensible.

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Se quedó con el arma en la mano, las palabras atragantadas. Su cuerpo temblando para no romperse y demasiados sentimientos para poder contenerlos.
Dejó caer la daga con un ruido sordo, sentándose de espaldas a la roca. Quería reír, una risa histérica por no darse cuenta antes. Maldita sea la inteligencia de su hermano.

Xer: ¿Me contrataste para matarte?

Sintió su ala ser liberada, pero simplemente reaccionó ante el dolor, tirando un zarpaso para arañarle el rostro. Volvió a gruñir, aún sin entender razones. Estaba en mala posición, pero daría pelea si era necesario.

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Aún si los reprimía, aquellos gemidos podían oírse bien. Y le gustaba, significaba que estaba haciendo una buena labor. Se mantuvo lamiendo un poco más, al mismo tiempo que comenzaba a introducir un dedo en ella, moviéndolo.
Le haría ser incapaz de pensar en otra cosa que no fuese él.

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Dejó salir una risa seca. Hubiera preferido que se diese cuenta luego de atacarle, pero... qué más daba.

Eek: Edna logró fabricar una poción que me hace estar vivo... lo malo es que sólo dura un par de horas.

Se puso de pie, caminando hasta ella, sin atreverse a acercarse mucho. Kui había hecho todo exactamente como se lo había pedido y estaba realmente agradecido.

Eek: Ya la bebí. Te estoy dando el regalo de que logres desaparecerme del mundo por completo y fingir que no existí nunca. Sólo debes matarme; tal y como intentaste la primera vez que nos conocimos.

Sintió las garras en su rostro, el enojo fluir por sus venas. Estaba dispuesta a matarlo, lo destrozaría por creer que podía contra ella. Su aura negra la rodeaba, le daba poder, la hacía una fuerza imparable...
Salvo contra ella misma.
Un gritó salió de su garganta al sentir su lado humano batallar para retomar el control. Era imposible luchar contra la determinación de alguien que se niega a lastimar. Y Riz pudo dominar sobre ella otra vez, cayendo al suelo completamente abatida. Lloraba, lloraba por lo que había hecho y sentía sus fuerzas irse. Lo último que pudo hacer fue absorver la parte salvaje de Yure, temblando al hacerlo, antes de caer desmayada.

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Exclamó su nombre a través de los jadeos y gemidos que no podía reprimir, que no podía controlar. La tenía enloquecida, sucumbiendo a cada contacto suyo con su cuerpo. No podía pensar. Solo sentir.

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Lvantó la vista, recorriendolo con la mirada. Era hermoso. Pero no era su Eek. No era el no muerto que la había enamorado, que le había robado el corazón y transformado.
Sonrió, levantandose junto con la daga. La observó y luego a Eek, arrojándola hacia atrás, satisfecha al oír el ruido del impacto contra el agua.

Xer: Nunca podría quitarte la vida. Tu eres el egoista que quiere dejar este mundo.

Dejar el mundo y no ver el sufrimiento que dejaría detrás. Nyelo, Oocani, Kui... y ella, nunca podrían superar su muerte.

Su vista fue enfocando lentamente, mientras pestañeaba abatido. Estaba completamente aturdido, no sabía cómo había llegado a ese lugar. Riz llegó repentinamente a su pensamiento, provocando que se levantara rápidamente, sólo para gritar de dolor. Una de sus alas perforada, todas sus costillas derechas dolían, al igual que su espalda. (N/A: ya no tiene más cuernitos :3)
Intentó concentrarse, focusearse en Riz, a quien vio desmayada en el suelo, no muy lejos de él. Se arrastró lentamente hasta llegar a su lado, donde le acarició el rostro con cuidado. Estaba herida... tenia el rostro herido. Sintió un nudo en el estómago al reconocer que no había nadie más allí que ellos dos. ¿Qué había pasado?

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Se separó lentamente, para mirarla a los ojos. Estaba perdida en sí misma, se notaba. En el placer que le brindaba.
La acorraló contra la pared, besándola y besando su cuello luego, mientras acariciaba su pecho por sobre la ropa. Se sentía demasiado excitado como para comprender exactamente lo que estaba haciendo en un lugar medianamente público.

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Sintió la mirada de Xer analizarlo de pies a cabeza, y si bien su sonrojo denotaba que seguramente vivo era mucho más hermoso que muerto, la mirada de desaprobación le resultaba incomprensible. Hasta que la escuchó.

Eek: Xer...

No quería ser egoísta, quería pensar en todos. Y en sí mismo. ¿Debía esperar acaso a que todos muriesen para tener un final él tambien?

Su cuerpo no respondía, pero la batalla en su mente no había terminado. (Su pelo sigue completamente blanco) Era demasiada maldad por controlar, demasiadas emociones negativas que la dejaban exausta, desconectada del mundo real, y leve temblores la asaltaban.
Había dos extremos luchando por una paz dentro de ella. Una paz que nunca lograba alcanzar.

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Le correspondió el beso, sonrojandose aún más, aferrandose a él para que se acercase más a ella. Necesitaba de su contacto, sus manos en su cuerpo, su ser pegado a ella. Lo necesitaba a él.
Inclinó el cuello, rozando con los dientes el de Ruettu y lamiendo la zona, para finalmente morderlo.

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Escucharlo pronunciar su nombre la devastaba. Necesitaba tood su autocontrol para mantener la voz tranquila, pero eso no evitaba que su mirada se llenase de dolor. Un dolor que en parte era porque comprendía los motivos de Eek... pero ella nunca podría hacerlo.

Xer: No te quitaré la vida. Lo siento. Simplemente no puedo.

No tenía la fuerza, la convicción, ni la frialdad para hacerlo.

Yure: Riz... despierta...

La sacudió levemente, con delicadeza. ¿Por qué tenía su cabello de otro color? ¿Por qué temblabla? ¿Por qué no reaccionaba? Sentía la desesperación carcomerle por dentro; se sentía exactamente igual que el día que había matado a Dal.
Miró a su alrededor, sintiendo que era capaz de llorar. Tenía que conseguir ayuda. Alguien debía salvarla.

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Apoyó su antebrazo contra la pared, gruñendo de placer al oído de Conn. Podía sentir cada una de sus terminaciones nerviosas darle placer.
Debería detenerse, lo sabía. Debería sentir vergüenza de sí mismo. Pero al igual que la primera vez, lo estaba realmente disfrutando. Sólo que ahora había logrado salir de ello sin tener las costillas rotas.

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Sin poder contenerse, llevó una mano a su rostro, acariciándolo. Una mirada de completa ternura se alojaba en sus ojos, de un vivaz verde. Salvo su ojo izquierdo, que tenia algunas manchas celestes; el cuál se convertiría completamente en celeste cuando volviese a ser un muerto.

Sintió a Yure llamarla, pero no podía moverse. Toda su energía estaba concentrada en dominar a su parte demoníaca que amenazaba con darle un poder inimaginable a todos los seres cuya aura pudisese ser afectada.
No podía dejar que eso pase, pero tampoco podía dejar a Yure así...

Riz: Y-Yure... -los temblores se intensficaron- vete.

Era un peligro para él, sin importar que lado ganase.

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Sonrió complacida, sin detener las leves mordidas que proporcionaba en la zona. La mano que estaba apoyada en su cintura la movió de tal forma que quedó debajo de la ropa, acariciando la piel con suavidad, dejando escapar pequeños gemidos.

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Giró el rostro, deshaciendose del contacto. No lo observó a los ojos, se quedó allí por unos momentos, volviendo a caer sentada. Apoyó los brazos en las rodillas, suspirando, para finalmente observarlo a los ojos. ¿Cómo podía ser doloroso ver a una persona?

Xer: ¿Por qué te llevaste nuestras cosas?

Las lágrimas habían comenzado a caer de su rostro. Si bien sintió un poco de calma, aún estaba desesperado. La única idea que venía a su cabeza era llamar a Len, ir a la casa. Pero no sabía qué podía suceder si dejaba a Riz sola.
Rió sin gracia, completamente de los nervios, acariciando el rostro de ella con delicadeza, dejando que algunas lágrimas cayeran sobre su rostro.

Yure: ¿Estás loca...? No voy a irme... no voy a dejarte... sólo relájate, está todo bien, estoy aqui...

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Dejó salir un jadeo entrecortado al sentir que rozaba su piel. Tenía la mano levemente fría, pero eso le gustaba, le daba aún más placer.
Le mordió levemente la mandíbula, con cierta delicadeza externa a él. Quería enloquecerla, hacerla suya, aún cuando solamente la veía una vez durante meses o años.

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Cerró su mano levemente, bajándola. ¿Qué esperaba? ¿Que Xer se quedase gustosa a su tacto? Sonrió con cierta pena, comprendiendo lo herida que la había dejado.
Suspiró, sin sentarse. Si tenía suerte, alguno de los otros asesinos a sueldo que había contratado aparecería. Todo porque Xap no había querido hacer el trabajo.

Eek: Kui me dijo que sufres de sólo estar en ese cuarto. Supuse que seguramente observabas mis cosas o las cosas que teniamos juntos... y por lo visto no me equivoqué

Cerró sus manos en dos puños, incapaz de levantarse todavía. Se dejó tranquilizar por Yure, logrando observarlo a los ojos. Estaba débil, pero sus ojos ya eran normales, su pelo retomaba la tonalidad grisasea de siempre.

Riz: Estaré bien...

Le sonrió a pesar de su debilidad. Ya staba hecho, ambas partes volvían a estar en un equilibrio suficientemente estable.

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Lo apego más a él, aún si eso no ea posible. Quería ser suya, quería sentirlo en cada parte de su cuerpo, que su tacto la enloqueciese. Sólo el tenía ese poder sobre ella, y en los diferentes encuentros con otros hombres... No había logrado sentir lo que Ruettu le ocasionaba en su ser.

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Xer: Puedes llevarte todo, puedes borrar toda presencia tuya... Pero de donde nunca te irás, es de aquí.

Se señaló la cabeza, cuando en verdad quería señalar su corazón. Porque podría seguir adelnate y nunca volver a verlo, pero jamás se olvidaría de Eek, de como la hizo sentir y como le devolvió la vida.
Y por eso no se iría de allí. Lo seguiría. No dejaría que se quitase la vida

Sonrió, aún nervioso, aún con lágrimas cayendo de sus ojos. No recordaba haberse sentido así en su vida, no desde aquel incidente...
Le acarició el cabello, su mano temblando notablemente. Debía buscar a Len. Debía buscarlo, debía buscar ayuda. Intentó ponerse de pie, sintiendo que todo su cuerpo descargaba dolor puro. Gruñó, cayendo al suelo nuevamente, intentando soportarlo sólo para ponerse de pie una vez más.

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Sonrió, comenzando a separarse de ella. No, no le daría lo que quería, aún si eso terminaba siendo una tortura para él también.
Se acomodó la ropa levemente, para luego volver la mirada a ella.

Ruettu: ¿Quieres comer algo? Yo invito

-

Sonrió levemente, con cierta pena.

Eek: Es cierto, y lo siento mucho...

Sintió un leve sonido del bosque, practicamente imperceptible, lo que provocó que se alejara un par de pasos de Xer. Debía ser alguno de los otros asesinos, ¿no?
Volvió a sonreirle a Xer, para no preocuparla.

Riz: Yure...

No podía soportar verlo así. Lo observó a los ojos, alzando su tembloroso brazo para secarle las lágrimas con una sonrisa. Lo que le importaba era que él se recuperase de las heridas que ella le había causado.

Riz: Ve a buscar a Len.

Le aferró la muñeca unos segundos, transmitiendo su energía a él. No curaría las heridas, ni mucho menos aliviaría el dolor... pero le daría las fuerzas para que pueda sostenerse en pie.

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Gimió de frustración al sentía que se alejaba de ella, su cuerpo enojado ahora por haberle quitado la fuente de ese placer. Pero si así quería jugar, lo dejaría.
Le sonrió, pensando en que lo que realmente quería comer era otra cosa, pero guardó silencio.

Conn: Estaría encantada

Se sonrojó un poco al notar lo rasposo de su voz.

-

Sus orejas se movieron al percibir el ruido, su expresión se tornó de preocupación al ver la sonrisa de Eek. ¿Cómo había sido tan tonta de pensar que no recurriría a otras personas?
Se incorporó, tomando a Eek de la muñeca para atraerlo hacia ella, dejándolo con la espalda contra la piedra y ella a centímetros de su rostro, desprotegiendo su propia espalda en el proceso.

Xer: Dime que no contrataste a más

Asintió levemente al oírla, poniendose de pie con fuerzas renovadas, pero tan o más destruido que antes. Caminó con tanta rapidez como pudo, quejándose y jadeando a cada paso. Tenía que llegar, tenía que lograr salvarla. Daba igual él...
Abrió la puerta de la casa con fiereza y esfuerzo, para empezar a gritar roncamente, sintiendo que se volvería a desmayar en cualquier segundo.

Yure: ¡Len! ¡L-Len! ¡Maldito demonio decrépito, ¿dónde diablos estás!?

Cayó en la puerta de entrada, de rodillas, respirando agitadamente. Podía ver la sangre caer al piso de madera y mancharlo. Casi ni podía pensar.

-

Sonrió más ampliamente al notar la forma en que le miraba y poder oír su voz ronca por la excitación. Sí, eso era definitivamente lo que quería. Quería hacerla sufrir, que terminara rogando y comportandose mal por su propio placer.

Ruettu: ¿Y qué quieres comer?

-

Sonrió levemente, para invertir los papeles, haciendo apego de toda su fuerza para que Xer no volviera a cambiar de posición.
La miró por unos segundos, intentando grabar su rostro dentro de su mente. Quería despedirse de ella.

Eek: No voy a mentirte, Xer. Sabes que no me gusta hacerlo.

En otras ocasiones, lo hubiese ignorado. Pero el tono de alarma en la voz de Yure fue suficiente para que Len saliese corriendo del cuarto y lo encontrase medio desmayando en la puerta.
Se acercó a él, apoyándolo contra su cuerpo y pasando el brazo de Yure por sus hombros.

Len: ¿Qué demonios te ocurrió?

El pensamiento de que, quien sea le haya ocasonado eso todavía estaba cerca, le ponía los pelos de punta.

-

Frunció el ceño, tomándolo de la remera para invertir papeles: él contra la pared y ella frente suyo. Llevó su mano a su entrepierna, rozando la abultada zona por sobre el pantalón. Al menos no era la única que estaba deseosa del otro. Se lamió el labio inferior, sin despegar la mirada de sus ojos.

Conn: Podría ir a un restorant... para cambiar un poco

-

Sus ojos se llenaron de lagrimas, forcejeando inutilmente para soltarse de su agarre. No iba a permitirlo. No podía. No soportaría verlo morir frente a sus ojos.

Xer: ¡Estúpido!

Comenzó a llorar pero eso no impidió que lo golpease en la frente con suficiente fuerza para liberar una de sus manos y tomar la pequeña daga que siempre llevaba en el muslo.
Llevó el filo a su propio cuello, clavando la mirada en Eek.

Xer: Tu mueres, yo muero

Recuperó levemente la consciencia al ver que le levantaban. No, no quería eso. Gruñó, intentando hablar claramente. Todo su cuerpo dolía, incluso respirar le era un suplicio.
Se soltó del agarre de Len, dejandose caer en el suelo, dando un leve gimoteo.

Yure: Ve a buscar a Riz.. está en el bosque.. ella... ella...

Se giró sobre sí mismo para vomitar nuevamente sobre el suelo... sangre. Observó algo horrorizado la escena, para luego mirar a Len desafiante.

Yure: ¡Ve a buscarla!

-

Gruñó levemente, sin despegar la mirada de Conn y sin quitar la sonrisa de su rostro. No estaba seguro de si quería saciarse a sí misma o si buscaba retomar el control de la situación, pero le seguía resultando entretenido.

Ruettu: Seguro, dime a cual.

-

Sonrió al verla; un acto de completa desesperación, algo nuevo que conocía. Acercó su mano a la daga, tomándola de la hoja, impidiendo que pudiera moverla para herirse. Podía sentir el dolor nuevamente, ver a su vez la sangre caer de su mano. No dejaría que ella se suicidase así.
Se inclinó, para besar su frente. Podía sentir el ruido más y más claro.

Eek: Todo estará bien, Xer...

Dudó. ¿Dejarlo en ese estado? Riz debería estar mucho peor para que Yure lo enviase por ella. Se alejó hacia la puerta, dando un último vistazo hacia él y salir corriendo.

**

Se había logrado levantar. Estaba exhausta, mareada, sentía que perdería las fuerzas en cualquier momento. Pero necesitaba llegar a la casa.
Cuando sus pies le fallaron se encontró con unos brazos que la atajaron. Len. Nadie tenía la piel tan fría.
Len siseó ante el contacto, Riz no podía controlar sus poderes, y el roce le quemaba... pero lo soportó para cargarla y arrastrarla hacia la casa.
Debía encargarse de Yure, no sabía con qué se encontraría al volver.

-

Su mirada era de pura inocencia mientras su mano jugaba con el elástico de la ropa interior y amenazaba con deslizar sus dedos dentro de esta.

Conn: No lo sé... no conozco esta zona

-

Nada estaría bien.
Cerró sus ojos, oyendo el ruido acercarse. El mundo a su alrededor desapareció, aunque las lágrimas seguían cayendo por su rostro, estaba en calma.
Relajó sus músculos, dispuesta a esperar. Necesitaba ser paciente, necesitaba encontrar el momento indicado para actuar.

Al ver que se iba, comenzó a arrastrarse con las pocas fuerzas que le quedaban hasta el baño. Un rastro de sangre quedaba a su paso, pero no dejaba de repetirse que lo limpiaría luego. Si es que había un luego.
No había dejado de llorar en ningun momento, pero no era por miedo a morir. Sino miedo a que Riz fuera la que muriese. Él había hecho suficientes cosas como para merecer eso, pero ella no.
Llegó al baño, vomitando en este apenas logró entrar. Sangre, cada vez más y más sangre. Dejó salir una carcajada, para luego terminar riendo. Sentía que sus ojos se cerraban y su vista acababa por ser nula. Se dejó caer al suelo, inconsciente.

-

Dejaba salir jadeos ante el roce. Conn seguía teniendo las manos frías, pero era bueno, así sentía que no se derretiría. Y podía controlarse un poco más.

Ruettu: Podemos ir a una zona que conozcas

-

Eek: Xer... no hagas una tontería... -dejó salir una risita seca- Si lo haces, mi alma se verá muy contrariada y no descansaré...

Sabía que decir eso era como decirle a un niño que lo buscaría el Coco, pero tenía fe en que Xer se vería aterrada con esa idea y no haría nada.
Respiró hondo, tranquilo. Era la hora.

Len: Demonios...

Sabía que no tendría que haberse ido. Dejó a una muy perturbrada Riz en el umbral y corrió siguiendo el rastro de sangre, sacudiendo a Yure al verlo inconsciente.
Riz llegó trás él, sintiendo nauseas al verlo en ese estado. ¿Por qué? ¿Qué le había hecho?
Trastabilló hasta su lado, sin importarle la sangre. Una vez le había regalado flores, manchadas... todavía recordaba su acomplejamiento por regalarle algo con su sangre.

Riz: Yure... Yure despierta

-

Conn: Sabes que me gusta probar cosas nuevas...

Le sonrió, introduciendo ahora sí su mano... pero sin tocarle el miembro. Acariciaba la piel de alrededor, con cuidado de no tocar aquella zona tan sensible.
La verdad, disfrutaba ver del leve rubor de Ruettu y las minúsuclas contracciones que su tacto ocasionaba.

-

Sonrió. Abrió sus ojos al mismo tiempo que le barría los pies del suelo con su pierna, arrojandolo a él e incorporándose ella. No era una experta en matar gente por nada.
Se subió a la roca, observándo en dirección al ruido, sin poder ver nada... pero eso no era lo que importaba.

Xer: Da la cara cobarde