La observó, sin decir nada, siendo consciente del fenómeno que atravesaría. Su cabello perdería el brillo. Sus ojos se secarían. Su piel cambiaría de tonalidad y ya no sería cálida. Ya no necesitaría respirar ni comer. Ya no sentiría la sangre correr sus venas. Ya no sentiría calor o frío a menos que fuese extremo.